Los Colirios y el Cuidado de los Ojos

Los Colirios y el Cuidado de los Ojos

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PRÓLOGO
En el preciso momento, querido lector, que
lees estas líneas estás utilizando una de las
creaciones más extraordinarias de la naturaleza: los ojos, dos órganos sorprendentemente perfectos, increíblemente sensibles, que guardan el
sentido de la vista y, como consecuencia de ello,
son los encargados de ponernos en contacto directo con el mundo que nos rodea.
Sin embargo, los ojos trascienden esta primera
misión derivada de su anatomía y fisiología. Para
ver es suficiente el sentido de la vista; para mirar,
no basta: la mirada necesita la inteligencia, la
memoria visual… y el corazón.
El valor de los ojos ha sido ampliamente
expuesto a lo largo de la historia desde diferentes
puntos de vista, y de ello se han ocupado tanto los
artistas como los científicos, los filósofos y los
médicos, los historiadores y los poetas. Y es que
los ojos están al final de una larga cadena de
mando que, desde el cerebro y el corazón, pone
en marcha el sistema de sensaciones y sentimientos. Esta doble dimensión del ver queda recogida
de forma muy precisa en los versos de V. Parra,
que forman parte de su conocida canción popular:
¡Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me dió dos luceros que, cuando los abro,
perfecto distingo lo negro del blanco,
y en el alto cielo su fondo estrellado,
y en las multitudes el hombre que yo amo!
El cuidado y la protección de los ojos ha sido
una preocupación constante a lo largo de la historia de la humanidad y para ello el hombre ha utilizado las más variadas sustancias procedentes de
los reinos animal, mineral y, sobre todo, vegetal,
administradas en los más variados vehículos y formas de aplicación, hasta la llegada de los modernos medicamentos de síntesis.
Entre los distintos remedios utilizados a lo largo
de la historia de la terapéutica oftalmológica destacan los colirios, los cuales han sido empleados bajo
distintas formas desde la más remota antigüedad,
tanto en el cuidado como en el embellecimiento de
los ojos.
El término (kollirium) fue utilizado por primera vez en Grecia, como también fueron los griegos
quienes primero utilizaron la expresión “niñas de
los ojos” (korai) tan estrechamente ligado al valor
de los ojos y a la necesidad de su cuidado y protección. Sin embargo, fue en Roma donde puede
decirse que comenzó la verdadera historia de los
colirios, con el desarrollo de formas de administración (collyria), que bien pueden ser consideradas como precusoras de las actuales especialidades farmacéuticas.
El saber grecorromano alimentó la medicina y la
terapéutica medievales y, aunque con la llegada
del Mundo Moderno se produjo un cambio de
mentalidad considerable, sobre todo a partir de las
teorías de Paracelso –a quien se considera como el
verdadero padre de la farmacología moderna–, y
los estudios oftalmológicos adquirieron una nueva
dimensión –como consecuencia del mejor conocimiento anatómico y fisiológico–, la verdad es que,
en lo que a la historia de los colirios se refiere, no
puede decirse que entre los siglos XVI y XVIII se
produjeran grandes cambios en el papel desarrollado por estas singulares formas farmacéuticas en
el tratamiento de las enfermedades de los ojos.
El inicio del avance moderno de los colirios
puede situarse a mediados del siglo XIX, coincidiendo con el comienzo de la etapa científica de la
farmacología y el estudio de las propiedades

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Sobre el autor

Médico, fue profesor de varias universidades españolas donde trabajó sobre: diagnóstico, nuevos antimicrobianos, modelos de cultivo continuo y arquitectura de poblaciones bacterianas. Su labor se plasmó en numerosas publicaciones científicas, libros y artículos de divulgación. En Esfera Salud, sus artículos de divulgación sobre historia y actualidad de la Medicina, están dirigidos al público interesado en temas de Salud.

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