desigualdad

Desigualdad: Un principio vital

Escenario

La desigualdad, “cualidad de ser una cosa diferente de otra”, no goza de buena fama porque se identifica como “lo opuesto a la igualdad”. Tampoco suenan mejor los sinónimos como divergencia, desequilibrio o inequidad, confundido a veces con iniquidad. Sin embargo es un principio vital, que en términos populares se traduce en “quítate tú, que me pongo yo”. Por eso el debate biológico sobre igualdad-desigualdad se ha extendido al campo socio-político donde los eufemismos y la incoherencia alientan la demagogia.

Todos los seres vivos somos desiguales, ni siquiera hay dos células idénticas. En los fenómenos de adaptación y desarrollo, tanto las bacterias como las células superiores mantienen constantemente su identidad individual y de especie. Multitud de mutaciones y hostilidades externas son incompatibles con la vida de elementos que no llegan a expresarse. Es la primera gran desigualdad frente a los individuos que se adaptan a las circunstancias resisten, sobreviven y se desarrollan. En los seres vivos superiores, las células, manteniendo su identidad, se diferencian, asocian y especializan formando tejidos y órganos pluricelulares. Estas diferenciaciones explican la eficiencia en lo biológico y el enfoque de la práctica médica.

En Sociología, al clásico debate sobre desigualdades económicas se une la actualidad sobre los desequilibrios de todo tipo con consecuencias imprevisibles. Prueba su interés la participación de organismos y poderes internacionales y nacionales. Su influencia es transversal e incluye el campo sanitario, demográfico, legislativo, económico, ético, etc. Nadie es ajeno al nuevo escenario.

La biodiversidad o desigualdad biológica

No es un artificio, está presente en todos los niveles de organización genética, ecológica y social de cualquier especie. Es la base de la adaptación, desarrollo y resistencia de los seres vivos. La igualdad sí que es un artificio.

Una reciente revisión científica en “Diversity” demostraba las diferentes funciones de las especies del género Pseudomonas en todo tipo de ambientes. En algunos vegetales funcionan como promotores de crecimiento, mientras son patógenas para otros. Están implicadas en procesos de degradación xenobiótica y producen infecciones humanas diversas, algunas especialmente graves. Además, cada elemento bacteriano es diferente de todos los demás, aunque pertenezcan a la misma especie.

Otro ejemplo lo ofrecen las bacterias aisladas de la especie E. coli. Todas tienen un ancestro común, ya se aíslen de un enfermo sueco, argentino o español, sea niño, mujer o anciano. Sin embargo son poblaciones desiguales, como las que coexisten en el mismo individuo (digestivo, urinario, piel). Pertenecen a razas que genéticamente difieren en estructuras, afinidades, colonización, patogenia, sensibilidad antibiótica, etc. Dentro de una población, la heterogeneidad está demostrada; cada elemento bacteriano tiene una sensibilidad diferente, como cada célula superior. ¿Por qué los seres humanos habían de ser diferentes?  

Las desigualdades son más evidentes en los animales a medida que ascendemos en la escala filogenética. Quien tenga mascotas sabe que no hay dos perros iguales en su aspecto, tamaño, conducta, etc., aunque sean de caza y procedan de la misma camada.

Cada uno de los 8 mil millones de seres humanos tenemos identidad propia, somos todos diferentes y cambiantes. Unos caracteres, como edad, sexo o raza, son verificables fácilmente; otros, como los sentimientos, son difíciles de valorar. En conjunto configuran el mundo cambiante de cada individuo, siempre sometido, directa o indirectamente, a la dictadura de los genes. ¡Y con los genes, pocos juegos!

Nadie duda de la mejor adaptación y resistencia de las personas más fuertes estables e inteligentes. La adversidad y la percepción de riesgo evidencian la importancia de las desigualdades, que juegan a favor de los más fuertes. No hay solidaridad que valga, se impone el instinto de conservación y superación. El planteamiento es cruel, pero obedece a la conducta de todos los seres vivos.

Desigualdades sociales

En lo social conviene tener presente el impopular Efecto Mateo (Mateo, 13-12). “Al que más tiene, más se le dará y al que menos tiene se le quitará lo poco que le queda”. Parábola, fundamentada en los méritos, fácilmente comprensible por todas las gentes.

Los avances de la humanidad han agrandado las diferencias. Basta citar algunos escenarios. Comunicaciones – pandemias – tercer mundo / Industrialización- contaminación- diferencias Norte-Sur / Investigación antibiótica que no llega a los países pobres, pero sí sufren las resistencias. Son ejemplos que demuestran los beneficios de unos a costa de enfermedades, pobreza, prostitución, etc. de otros, aumentando las brechas sociales. 

La biología se intenta desdibujar en lo social mediante eufemismos, activismos, legislación, etc.., pero no dejan de tener bases biológicas. Lamentablemente, la propia ONU sataniza y confunde sobre el término. “La desigualdad no solo es económica, abarca también: expectativa de vida, acceso a los servicios de salud y desigualdades de género y entre grupos sociales. Cada faceta entorpece enormemente la capacidad de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Por ello debemos tener en cuenta cada aspecto de la desigualdad si queremos promover la Agenda 2030.”

Un informe de referencia señala: “España ha empeorado en materia de igualdad, de gran relevancia para el movimiento de diversidad sexual y de género”. Se mezcla igualdad de género y sexual dentro de la desigualdad y diversidad, maltrato a animales, mujeres, niños, etc. Según esto, todos, absolutamente  todos, tendremos iguales argumentos para revindicar cualquier desigualdad, sea objetiva o subjetiva. ¿Se atenderá al niño que sienta ser niña, al adolescente-a-o que desee ser futbolista, o a que todos exijan ser universitarios? ¿Que son cuestiones ridículas? Pues estamos en ello, tome asiento y espere.

Medidas correctoras

Las actuaciones de la naturaleza tienen su por qué y es mejor no cuestionarlas. No es así con las implantadas por el hombre, generalmente defectuosas, con más problemas que soluciones. La naturaleza mantiene las desigualdades entre poblaciones y especies mediante los conocidos mutualismos (comensalismo, parasitismo,…), fenómenos que explican en buena medida la evolución.

Podríamos referirnos a un modelo bien conocido: la infección. Dentro del  ecosistema microbiano-huésped la llegada de patógenos dominantes trastoca el equilibrio existente, que se expresa con la infección. La naturaleza aplica medidas inmediatas: adaptación de la microbiota, competidora de los patógenos, y barreras defensivas inespecíficas.Cuando persisten las desigualdades a favor de los patógenos, entran en juego las defensas específicas inmunitarias y el resultado final suele ser satisfactorio. El grado de desigualdad, a favor del patógeno o del paciente, marca el resultado final. La terapia con antibióticos es una medida correctora artificial para eliminar al patógeno dominante con resultados espectaculares…en principio. Sin embargo, las posibles consecuencias de disbacteriosis, toxicidad o selección de patógenos resistentes, obliga a consecutivas correcciones.

Hay otros muchos modelos biológicos como los referidos a la caza, el urbanismo o los parques naturales. Aparte de las correcciones naturales, el hombre puede intervenir con las discriminaciones positivas, de resultados imprevisibles, como en la reposición de microbiota, explotación agrícola o en las colonizaciones humanas o animales. Entre las discriminaciones negativas podríamos citar desde la deforestación o la terapia antibiótica alos genocidios, abortos provocados, eutanasia, etc.

Correcciones de las desigualdades sociales:

No es un tema nuevo. El mejor invento para corregir las desigualdades en niños, ancianos, mujeres, enfermos, etc. ha sido la familia, pero está cambiando el panorama. Las desigualdades económicas han estado siempre de actualidad. Recuérdese la Parábola de los denarios (Mateo 20, 1-6). El propietario de la viña pagó el mismo jornal, un denario, a todos los trabajadores. Unos fueron contratados al amanecer y otros, que no habían encontrado otro trabajo, al atardecer. Atajaba la desigualdad  salarial, pero solo satisfacía a los últimos.

Actualmente estamos en una especie de bucle social respecto a las desigualdades. En 2019, La ONU, según un grupo de científicos (¿?), propuso los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2030. Destacan: cambio urgente en la relación humanos-naturaleza, abordar cambio climático, proteger la biodiversidad y reducir la desigualdad, tanto social como de género. ¡Cuidado!, los dos últimos pueden ser contradictorios y con el primero y el último, hablaríamos en clave progresista. Se curan en salud sobre las dificultades de aplicación y advierten que “las soluciones no serán iguales para todos”. O sea ¡la igualdad no sirve para la desigualdad! Debería explicarse mejor.

En España, la Ley Orgánica 3/ 2007 para la igualdad de mujeres y hombres no pareció mejorar ni aclarar las cosas. En el artículo 11 se establecían las acciones positivas a favor de las mujeres para corregir situaciones de patente desigualdad. Luego se publicaron análisis políticos señalando que “España ha empeorado en materia de diversidad”. “Se pretende corregir con la Ley Trans LGTBY o de Autodeterminación de Género, de gran relevancia para el movimiento de diversidad sexual y de género”. Y en ello estamos, mezclando igualdad de género y sexual dentro de la desigualdad y diversidad, maltrato a animales, mujeres, niños, etc.

Resumen

La desigualdad es un factor inevitable y vital para el desarrollo humano en todos los sentidos: artístico, sanitario, económico, de solidaridad, bienestar, etc. Generalmente, los activistas la defienden a toda costa para todas las especies, excepto la humana, para la que se exige la igualdad. Con frecuencia las medidas correctoras pueden acarrear consecuencias más graves que los propios desequilibrios, en cualquier ámbito de aplicación. Se enfatiza con las personas perjudicadas, pero nunca se corrige plenamente la divergencia y, además, siempre es a costa de otros. Cuando es beneficiosa para unos es lesiva para otros y al final es peor el remedio que la enfermedad. Solo las situaciones flagrantes se deben intentar corregir, a condición de garantizar para todos más ventajas que inconvenientes.

Sobre el autor

Médico, fue profesor de varias universidades españolas donde trabajó sobre: diagnóstico, nuevos antimicrobianos, modelos de cultivo continuo y arquitectura de poblaciones bacterianas. Su labor se plasmó en numerosas publicaciones científicas, libros y artículos de divulgación. En Esfera Salud, sus artículos de divulgación sobre historia y actualidad de la Medicina, están dirigidos al público interesado en temas de Salud.

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