“Escandalogía” sanitaria

Escenario

El término “escandalogía” pudiera tener pretensiones de un sesudo tratado, pero no es tal;  solo expresa en este caso una frecuente realidad sanitaria.

Un hecho escandaloso debe reunir sorpresa, indignación y difusión, traducido en trifulca social, con religión, sexo, poder, fama, dinero o política siempre latentes. Allí donde rocen las normas tradicionales, éticas, morales y legales acechará la disputa de toda actividad humana, incluida la sanitaria. Incertidumbres, rumores, difamaciones –al filo de la ley- y sensacionalismo son acompañantes habituales.

  • La salud es prioritaria para los ciudadanos y la medicina es un campo especialmente sensible. Mézclense diagnóstico instrumental, fármacos, trasplantes, abortos, epidemias, etc. y agítense con tradición, información, economía, legislación o política. Añada unas gotas de perplejidad y sensacionalismo y estará ante un conflicto, que puede ir de la polémica al escándalo. De aquí a la tragedia solo hay un paso.
  • El sorprendente crecimiento científico y tecnológico es exponencial, hasta el punto de desbordar al legislador, al moralista y a los propios sanitarios. En este vertiginoso suceder de conflictos, el último altercado contribuye a olvidar los anteriores. Ni la Bioética tiene tiempo de sedimentar sus principios y ofrecer soluciones estables.

Precuelas 

Cada época se caracterizó por trifulcas médicas, derivadas más tarde hacia avances sanitarios. Así se han ido consolidando numerosas normas higiénico-sanitarias recogidas en los libros sagrados. Transgredir normas sobre lavado de manos, abluciones, relaciones sexuales, alcoholismo, carne de cerdo, procedimientos con enfermos y cadáveres, llevaba a graves pecados. Cuántos escándalos no se habrán producido hasta su resolución por la vía religiosa.

  • Desde la Edad Media, los “milagros”, panaceas, alquimia, brujería, guerras, pestes, venenos y antídotos protagonizaron nuevos conflictos. Los curanderos, imposiciones de manos, sortilegios, hechizos, elixires o principios homeopáticos demostraron el poder, no erradicado todavía, en numerosos altercados.
  • El desarrollo médico nos ofrece precedentes más próximos. El lector podrá relacionar numerosos escándalos sanitarios con términos como leproserías, grandes viajes, guerras o epidemias. Otros, como control de alimentos, alcohol, tabaco, drogas, ambiente, aguas o locales  huelen a corrupción con demasiada frecuencia; la mayoría son reincidentes.
  • La industria química y farmacológica es una fuente inagotable de dinero y disputas. Ningún producto, ni la penicilina siquiera, ha escapado a algún escándalo de patentes, genéricos, armas biológicas, intoxicaciones y ensayos con esclavos o presos.
  • La ley de Stigler, 1980, no exagera con: “Ningún descubrimiento científico lleva el nombre del que realmente lo hizo”. Los innumerables casos descritos apuntan a difamaciones, plagios o apropiaciones escandalosas de los méritos de otros.

«Escandalogía» descriptiva

Los escándalos nunca surgen aislados; van saliendo, como las cerezas, ligados unos a otros en contextos decadentes, corruptos o competidores. Veamos tres patrones.

  • Expedición Balmis. Todos conmemoramos con orgullo las enseñanzas de la expedición altruista de Balmis con Isabel Zendal. Quedaría deslucida si se detallaran las disputas surgidas por la viruela de la familia de Carlos IV o la financiación de la misión. No faltaron los escándalos sobre la opción entre variolización y vacunación y la elección de Balmis como Director de la expedición. Fue arbitraria la selección- la más barata- de 22 niños ¡hospicianos! que no volvieron a España, con algunos fallecidos en el calamitoso viaje. Los conflictos demoraron tanto la expedición, que a su llegada encontraron a mucha gente vacunada por los holandeses. De los desencuentros del Director con su segundo, el valioso Salvany, apenas se habló, pero no acabaron bien. Tras la separación, Balmis “compró” otros 26 niños aztecas para seguir con el proyecto hacia Filipinas. En nuestro contexto, 200 años después, esta expedición no tendría un pase; al contrario, como en tantos  casos, los villanos fueron convertidos en héroes.
  • Pandemia COVIDEn una epidemia se da la tormenta perfecta: sorpresa, rapidez, extensión, incertidumbre, bulos y olvido de experiencias anteriores. Intente recordar cómo se sucedieron los escándalos en la reciente pandemia. Todos quedamos perplejos ante las ruedas de prensa de un médico rodeado de altos mandos militares uniformados para asegurarnos que iba todo bien. Y qué decir de la escandalosa información contradictoria de tres organismos, ¡los tres oficiales!, sobre la mortalidad. La imagen de sanitarios protegidos con restos de bolsas plásticas, en ausencia de equipos protectores es inolvidable y los datos de afectados demoledores. Fue escandaloso el aprovechamiento político del miedo ciudadano para el confinamiento, la gestión de pruebas diagnósticas, control de fármacos o encargos de vacunas. Recuérdese que la falta de guantes y mascarillas se ocultó informando que no eran necesarias. La misma indignación se produjo contra los políticos ventajistas, “vacunojetas”, ante la  escasez inicial de las primeras vacunas. Han pasado más de 4 años y se mantienen disparatadas especulaciones. Algunas se refieren al origen del virus, persistencia clínica, procesos judiciales, vulnerabilidad de ancianos, destino de instalaciones o material sobrante.
  • Escándalos profesionales. Son bien conocidos en el ámbito investigador, docente y sanitario. Uno reciente y llamativo se refiere a la valoración de la investigación por el impacto de la revista y número de  citaciones y publicaciones. ¿5-10  publicaciones anuales justifican una buena trayectoria en el mejor de los casos? No bastan, en biomedicina se impone el lema “Publicar o morir” y hay profesionales que compiten con ¡más de 100 publicaciones cada año! ¿Se basan en plagios, corta-pegas, datos inventados o acciones delictivas? Quizás no, pero escandalosos, sí, hasta morir de éxito.
  • En la provisión de plazas de dirección rara vez se organiza la tremolina, pero la irritación es frecuente. Se buscan soluciones cambiando el sistema y los requisitos, pero si estos se adaptan al perfil del candidato “oficial”, el resultado suele ser  escandaloso.
  • Contrasta la vocación profesional con conductas poco ortodoxa de algunos médicos. Los desaliñados, fumadores, alcohólicos, etc., enrarecen la atmósfera de confianza necesaria. No olvidar la ejemplaridad en educación sanitaria de prácticas contrarias a los principios hipocráticos de defensa de la vida y salud del enfermo. Un solo médico puede escandalizar a mucha gente con acciones inadecuadas en temas sensibles. Prácticas paramédicas, movimientos contra vacunas, cribado de enfermos, encarnizamiento médico, aplicación de ley trans, eutanasia y aborto, son algunos ejemplos.

Secuelas

  • Con harta frecuencia los escándalos dejan secuelas de difícil cicatrización, que desencadenan otros conflictos en bucle con carácter persistente. Tenemos ejemplos con denominaciones: mal español o napolitano, diarrea del viajero o  venganza de los faraones, gripe porcina, virus chino, neumonía de Wuham, etc. Hay bulos alentadores de odios que dejan serias cicatrices. Es el caso del  envenenamiento de aguas por curas, judíos o extranjeros, la creación de patógenos por determinados países o compañías manipuladoras de genes.
  • En el tradicional aforismo “Entre salud, poder y dinero, la salud es lo primero”, el cambio de prioridad, con ser desconcertante, no es infrecuente. Listas de espera, urgencias saturadas, desviación de recursos o sanidad pública-privada, son armas arrojadizas y motivos de escándalo político y administrativo crónicos. Y qué decir de la gestión del personal laboral: médicos insuficientes, contratos y salarios precarios, fijos discontinuos o formación continuada caótica. Escándalos trágicos como el del aceite de colza o el reciente de la inseguridad en locales nocturnos, descubren las enojosas carencias en controles sanitarios. Las reivindicaciones, hábilmente manejadas por profesionales del conflicto, son recurrentes.
  • Poder y fama de profesionales incompetentes (nombramientos, honores, publicaciones de impacto no contrastadas, intrusismo,…) derivan en consecuencias irreversibles.
  • Las escandalosas secuelas económicas son cada vez más frecuentes. Opacas estrategias comerciales han impulsado los movimientos antivacunas. La descripción incorrecta de nuevas enfermedades se interpreta como un fraude crónico para vender pruebas diagnósticas y medicamentos. Las leyes sobre aborto, vientres de alquiler, trasplantes, etc.,  propician  el turismo y mercadeo sanitario.
  • Paradójicamente, el tratamiento de las secuelas se traduce con frecuencia en más de lo mismo. Ante cualquier alboroto, la Administración, la Real Academia de Medicina y las sociedades científicas se bloquean por miedo a enredarlo. Inevitablemente el escándalo se cronifica, se reagudiza y termina siendo recurrente, dejando al desnudo incompetencias y más grescas. Protagonistas esenciales son los medios de comunicación. No hay día sin un buen escándalo de primera plana y cada vez es más atractivo el periodismo sanitario.

Conclusión: Las cosechas de conflictos están aseguradas, todos los campos están abonados para la proliferación de escándalos por doquier.

Sobre el autor

Médico, fue profesor de varias universidades españolas donde trabajó sobre: diagnóstico, nuevos antimicrobianos, modelos de cultivo continuo y arquitectura de poblaciones bacterianas. Su labor se plasmó en numerosas publicaciones científicas, libros y artículos de divulgación. En Esfera Salud, sus artículos de divulgación sobre historia y actualidad de la Medicina, están dirigidos al público interesado en temas de Salud.

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