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Libertad condicionada

En una entrevista al Presidente Sánchez, se le inquirió sobre la independencia del Fiscal General. Con una estocada a la libertad hasta la bola, el Presidente replanteó la pregunta y contestó de manera demoledora. “¿Pero de quién depende realmente la Fiscalía?; pues ya está”.

-Libertad y liberal son términos manoseados como pocos a lo largo de la historia. A los médicos y abogados, clásicos profesionales liberales, se unen intelectuales y autónomos con restricciones conceptuales de libertad. Ésta, como los sinónimos independencia, autonomía, emancipación o albedrío, en sentido estricto no existe si no es de forma relativa, condicionada por múltiples factores. Enfermos, sanitarios y administración, todos los actores del mundo sanitario, pretenden ser protagonistas y libres en la toma de decisiones. Es una utopía, porque todos son interdependientes de los demás sectores sociales; pues qué bien.

-Autonomía universitaria en los estudios médicos, es un pomposo enunciado con el que argumentan a diario el Consejo Social y el equipo rectoral. Está fuera de lugar ante las múltiples dependencias: Ministerios gubernamentales, Comunidad Autónoma correspondiente, demanda social, tasas de matrícula, elecciones, etc. Entonces, de qué autonomía estamos hablando.

-Libertad de Cátedra. Se utiliza hasta la saciedad, pero en Medicina es una falacia. El programa de cada materia está definido en el plan de Estudios de cada Facultad de Medicina, aprobado por organismos superiores. El nivel de los alumnos, las demandas profesionales, el sistema MIR, etc. son elementos limitantes. En los centros de preparación al MIR, por ejemplo, pueden variar los métodos pedagógicos, pero de los contenidos nadie se desvía un ápice. ¿Puedes decir o hacer libremente lo que te plazca, al margen de lo establecido?; naturalmente, pero total para lo que sirve…

-Libertad asociativa. En el mundo sanitario gran número de organizaciones presumen de independencia privilegiada. Es el caso de las academias de Medicina, los colegios profesionales, sociedades científicas, sindicatos y asociaciones profesionales y de pacientes. Con los escasos recursos disponibles, las iniciativas y libertades suelen casar mal. Las actividades destacables, suelen ser subvencionadas, o sea, dependientes de fácil explicación con una simple pregunta. ¿Quién paga la fiesta?; pues lo tomas o lo dejas.                                                                                                                                                                                                                                                          

-Independencia de especialidades, ¿una libertad compartida?  Disponemos de más de 40 especialidades, un verdadero festival. En cada una se han desarrollado  especialistas, técnicas y jergas lingüísticas con identidades propias. Sin embargo comparten numerosos recursos: espacios hospitalarios, tecnología o tratamientos, que justifican la tendencia contraria actual, reagrupándolas en médicas, quirúrgicas, pediátricas, diagnósticas, etc. A día de hoy, ¿alguien cree que una especialidad puede funcionar con independencia y autonomía?; pues eso.

-Emancipación. La histórica emancipación hospitalaria de las órdenes religiosas terminó bajo el control de Diputaciones y otros organismos, y luego pasaron a la Seguridad Social. Incluso los Centros privados son dependientes de Compañías aseguradoras que, frecuentemente se ven obligadas a concertar. Los médicos, incluidos los privados, en realidad son esclavos del engranaje socio-sanitario, donde los protocolos de actuación han abolido los criterios personales. La emancipación del enfermo referida a edad legal, automedicación, cambio de sexo, eutanasia, etc. son entelequias porque siempre será dependiente del sistema. ¿Entonces la emancipación, independencia o libertad?;  es lo que hay.

-La libre demanda- todos nos sentimos con derecho a la salud- incrementa la saturación asistencial y las listas de espera. Están alimentadas por los avances médicos, la publicidad de los políticos y la limitación de profesionales en número y retribuciones. ¿Se debe a una excesiva demanda o a unos recursos insuficientes?, en esas estamos.

-En el ejercicio de la libertad, la ética y calidad son complejas cuando hay dinero por medio. El coste económico del los centros universitarios y asistenciales, investigación o desarrollo farmacéutico industrial es enorme y de dudosa rentabilidad. Pocas veces cumplen sus objetivos altruistas al 100 %. ¿Las patentes, las juntas de accionistas y los dividendos, el olor del dinero, pueden ser limitantes?;  pues claro, es la economía, estúpido.

-En las interdependencias político-sanitarias hay numerosas experiencias. Son ejemplos: la pandemia COVID, ley del aborto, transexualidad, eutanasia o el debate sobre “disminuidos” (no referido a políticos) de la Constitución. En el escenario contamos con expertos inexistentes, diputados ignorantes, gobiernos sectarios, jueces poco preparados, ciudadanos indolentes y organizaciones sanitarias mudas. Adquiere pleno sentido la doctrina del Presidente: ¿quienes marcan a los médicos el camino a seguir? Son los políticos, ¿verdad?; pues ya está.

En resumen. La Medicina se juega en un delicado equilibrio social de libertades y respeto a otros campos, igualmente importantes. Sin embargo, la imposición de cualquier factor secundario condiciona y altera los objetivos propiamente sanitarios,  y que nadie se llame a engaño.

Sobre el autor

Médico, fue profesor de varias universidades españolas donde trabajó sobre: diagnóstico, nuevos antimicrobianos, modelos de cultivo continuo y arquitectura de poblaciones bacterianas. Su labor se plasmó en numerosas publicaciones científicas, libros y artículos de divulgación. En Esfera Salud, sus artículos de divulgación sobre historia y actualidad de la Medicina, están dirigidos al público interesado en temas de Salud.

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