inteligencia

Inteligencia: ¿Natural o Artificial?

En biomedicina, la inteligencia se puede entender como la capacidad humana de adaptarse a las circunstancias para sobrevivir y desarrollarse. Hablaríamos de la Inteligencia Natural o naturalista (IN). La Inteligencia Artificial (IA) se refiere a las capacidades de sistemas informáticos para, a través de máquinas, realizar tareas inteligentes similares a las humanas. Todos creemos saber a qué nos referimos, pero cada uno la califica de forma diferente.

A propósito de un caso. Moger-Reischer et al, publicaron recientemente un artículo revelador: Evolution of a minimal cell, Nature, 2023. A una bacteria muy sencilla del género Micoplasma la despojaron de todos sus genes accesorios (un 55%). La célula resultante podría considerarse simplificada, artificial o sintética capacitada para sobrevivir. Tras cultivos durante 300 días, que dieron lugar a unas dos mil generaciones, estas células se adaptaron y evolucionaron con normalidad. Este tiempo de desarrollo sería equivalente a unos cuarenta mil años de evolución en la especie humana.

Si la adaptación a las circunstancias es la manifestación más clara de la inteligencia, la adaptación evolutiva se puede considerar la forma natural. La artificial o sintética sería la misma, pero acelerada en el tiempo. Si un proceso es inteligente, basado en  sucesivas adaptaciones-elecciones, con o sin apoyo informático, qué más da su catalogación como natural o artificial.

Inteligencia

Los escolásticos desarrollaron elconcepto aristotélico de intelecto (pasivo y activo), identificándolo con la actividad del alma. Establecían sus potencias o fortalezas en la inteligencia (entendimiento), memoria (experiencia acumulada) y voluntad (actuar, determinar, elegir). Todo ello modulado por sentimientos, pasiones, fantasías, etc.

Los científicos, informáticos y periodistas nos están colando la IA por doquier, y todos tan felices. Se habla menos del nivel de “falta de inteligencia”, eufemismo de las más que frecuentes bobadas. La lectura del divertido “Allegro ma non troppo” de C. M. Cipolla sobre la estupidez es recomendable.

La sabiduría popular diferencia los menos inteligentes (los tontos) y los más inteligentes (listos), y ambos se subdividen en varios tipos. “Hay tontos que listos nacen, / hay listos que tontos son / y hay tontos que listos hacen / a los que tontos no son”. El mundo sanitario es rico en todos los tipos: hay tontos entre los médicos, sanitarios, enfermos, programadores, periodistas, políticos,…El circo de la inteligencia está abierto.

I. Natural

En la licenciatura de Medicina, especialmente en Patología General, se enseña semiología y propedéutica (signos, lenguaje,… métodos clínicos). Las complejas decisiones diagnósticas y terapéuticas, aunque tradicionalmente parecieran intuitivas (ojo clínico), siguen un método -instrucciones y reglas-, conocido en informática como algorítmico. La prueba evidente es la Historia Clínica, documento-certificado de una praxis ordenada.

Actualmente irrumpen con fuerza factores como la investigación, la emancipación del enfermo, la Administración intervencionista, la Medicina Preventiva o la Farmacología. Cada enfermo es un mundo inabarcable de datos, referencias, publicaciones y  comparaciones con miles de enfermedades, interacciones medicamentosas, costes, etc.

Los nuevos escenarios de macro-datos (big data) casan mal con la medicina tradicional. La necesidad de una memoria prodigiosa, la inmediatez, la ejecución precisa y  robotización de procedimientos desbordan la capacidad del médico. De aquí la necesidad de otro protagonista: el programador, que trata la información con los mismos principios semiológicos (lenguaje) y propedéuticos (algoritmos) del médico. El médico “a un ordenador pegado” ¿será el nuevo símbolo, en vez del fonendoscopio, de la IA?

I. Artificial

El estado de la cuestión. La información es seguridad, poder, eficacia,…, pero el exceso, “big data”, requiere soluciones inimaginables hasta hace poco tiempo. La realidad física-presencial se está potenciando con la tele-asistencia, las inter-consultas y el desarrollo del mundo virtual. La experiencia personal, intuitiva y memorística, con sus incertidumbres, es sustituida por la precisión de los algoritmos informáticos. Las posibilidades e interacciones en red son ya inevitables en el sistema sanitario. La actividad sanitaria, como la empresarial, está inmersa en la información, economía, robotización, precisión, seguridad, inmediatez, eficiencia…y no puede quedar al margen de la actual revolución. Algún inconveniente, como la interposición de la pantalla del ordenador entre el médico y el paciente es un obstáculo pasajero menor.

Los resultados de las aplicaciones informáticas en cualquiera de los campos citados, nos resultan asombrosos y, frecuentemente, incomprensibles. Tendemos a despacharlas con la inadecuada denominación de IA, pero no es correcto. La IA implica a determinadas máquinas, con sistemas informáticos, imitadoras de la IN con sus características de conocimiento, entendimiento y adaptación. Requiere entrada y procesado de información, memoria, aprendizaje, razonamiento, sentimientos, resolución de problemas, discernimiento, toma de decisiones y ejecución de la solución adecuada. Parece demasiado para una máquina por sí sola. Resultaría, como dice un amigo, “un animalito que no reconoce amo”, y el solo título de “máquina inteligente” es contradictorio. 

La realidad es que el médico + el programador forman una pareja imprescindible para la aplicación eficiente de la ciencia en la enfermedad. La presencia física o la voz del médico, el enfermo o el programador pueden ser sustituidos, en parte, por una instrucción, la red o la nube. El ordenador acaba “conociendo” al usuario por sus búsquedas, visitas, habilidades y preferencias, es decir, su patrón de conducta. Pero sigue siendo una herramienta dependiente, incapaz de sustituir al médico, todavía.

Nos sorprende y atenaza la posibilidad de saltar desde el ordenador dependiente al autónomo (IA). Pero no debemos olvidar que el médico, el enfermo, el programador, y los controladores (Administración) son protagonistas en el proceso. Sus actividades sanitarias se refuerzan ya con los robots y la informática, pero una máquina difícilmente sustituirá a alguno de los protagonistas humanos. A los cuatro citados es impensable. Hablaríamos de ciencia-ficción y, al menos hoy por hoy, las máquinas no parece que puedan tomar el control de la práctica médica.

Precauciones

Deberán verificarse los beneficios del enfermo en la aplicación de cualquier novedad. / Se tratará la IN como principal y la IA complementaria, y ay de los que se equivoquen haciendo lo contrario. / La vanidad profesional puede llevar a competir con la IA; ¡cuidado!: pasará lo que con los mejores ajedrecistas, la máquina acabará ganando. / El alma, empadronada por Descartes en la glándula pineal, se está trasladando de domicilio; próxima dirección: el ordenador. Las pérdidas y deterioros son frecuentes en los traslados. / Los profesionales inteligentes, organizados y metódicos son los más vulnerables a la IA. Los tontos, siempre imprevisibles y mayoritarios, están a salvo de la IA, que no de la Torpeza Artificial. / No confundir inteligencia médica con médico inteligente. El primer caso puede reforzarse y sustituirse parcialmente, el segundo es un profesional insustituible.

Sobre el autor

Médico, fue profesor de varias universidades españolas donde trabajó sobre: diagnóstico, nuevos antimicrobianos, modelos de cultivo continuo y arquitectura de poblaciones bacterianas. Su labor se plasmó en numerosas publicaciones científicas, libros y artículos de divulgación. En Esfera Salud, sus artículos de divulgación sobre historia y actualidad de la Medicina, están dirigidos al público interesado en temas de Salud.

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